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martes, 21 de noviembre de 2017

¿Se puede llegar a los 100 años con buena salud?

Esta pregunta, que pocos en la actualidad se animarían a hacerle frente, encuentra una contundente respuesta afirmativa en el prestigioso biólogo italiano Valter Longo, quien diseñó una dieta denominada“Prolon” que afirma “no sólo puede cumple ese propósito sino superarlo”.

Se trata de un régimen que básicamente tiene dos ejes centrales: evitar la carne y ayunar al menos dos veces al año.De hecho, el italiano, que se ganó el mote de “Gurú de la longevidad” por la prensa, afirma que no hay que comer carne ni huevos, al menos hasta los 65 años.

 “No lo hacen -con ligeras variaciones- las personas que tradicionalmente alcanzan esa edad (por los 100 años), como los habitantes de la isla de Okinawa (Japón), Loma Linda en California, Icaria en Grecia y Calabria y Cerdeña en Italia”, le explica Longo al El Español.
A su entender, el secreto para ser centenario reside en las cantidades que le echamos al plato, hacer ejercicio, no comer grasas ni azúcares y practicar el ayuno periódicamente que “contribuye a la regeneración celular y fortalece el sistema inmunitario”, asegura el bioquímico de 49 años.



De qué se trata la "dieta de la longevidad" que promete vivir hasta los 110 años
Hacer ejercicio es una de las "tareas" de la dieta Prolon
En su libro “La dieta de la longevidad.

Comer bien para vivir hasta los 110 años” (
que ya lleva vendidos más de 300 mil ejemplares),

Longo defiende los menús a base de verduras, principalmente.

Su método tiene dos variantes: la primera es la llamada dieta de la longevidad, una guía alimenticia para el día a día; la segunda, es la que llama dieta que imita al ayuno (DIA): una pauta de alimentación de cinco días que consiste en ingerir 1.100 calorías el primer día y 800 los cuatro restantes en una dieta que sólo incluye verduras, frutos secos, fruta con cáscara y té.
Ejercicio, agua, café y vino
Longo recomienda beber dos copas de vino al día, dos o tres tazas de café y agua. Y acompañar la dieta con ejercicio moderado: basta con caminar rápido o subir escaleras.

También es clave el ayuno
.

“Lo que empezamos a notar, tanto en los animales como en los humanos, fue que bajaba el número de glóbulos blancos durante el ayuno prolongado”,
apunta Longo. “Luego, cuando se vuelve a comer, las células de la sangre se recuperan”.

El ayuno prolongado fuerza al organismo a consumir sus reservas de glucosa, grasa y cetonas, pero también descompone una porción significativa de glóbulos blancos en la sangre, un proceso que Longo compara con quitarle a un avión el exceso de carga.
El ayuno prolongado además reduce la enzima PKA que, según Longo, es el gen clave que debe apagarse para que las células madre pasen a la modalidad regenerativa".
Un profesional de prestigio que se aleja de los tradicionales “gurúes”
Longo, que está al frente del Instituto de Longevidad de la facultad de Gerontología de la Universidad de California del Sur (Estados Unidos), y es también director del laboratorio de oncología y longevidad del Instituto de Oncología Molecular de Milán (Italia),

lleva 25 años estudiando la materia, y ha seguido a 300 personas centenarias de todo el mundo y los efectos en la salud en pacientes con cáncer y alzheimer. 
Sus estudios se han publicado en revistas especializadas como Cell Metabolism y Cell Stem Cell. Y hace poco la prestigiosa revista Time le dedicó la tapa y le definió como “el gurú de la longevidad”.
Pero a Longo no le gusta que lo “metan” en la bolsa de los gurúes que la mayoría de las veces sólo persiguen el rédito económico. “Por eso explico en mi libro los cinco pilares en los que me baso -investigación básica, epidemiología, ensayos clínicos, estudio de los centenarios -la hipótesis se basa en el análisis y estudio de los sistemas complejos-.

 Si te fijas en esos otros ejemplos, como mucho se basan en uno o dos”, cuenta sobre la comparación con otros libros de “gurués” de la alimentación.



De qué se trata la "dieta de la longevidad" que promete vivir hasta los 110 años
Llegar a los 110 años ahora es posible
Es importante decidir en quién quieres confiar y, para ello, se puede mirar las publicaciones en que se basan las afirmaciones, se debe de analizar si se ha demostrado en gente suficiente -epidemiología- y también la posible motivación económica”, resume Longo, que cierra: “Yo soy director de dos institutos importantes de EEUU e Italia; si yo mintiera, pagaría las consecuencias; si yo fuera un médico con una pequeña consulta no pasaría nada, ya habría vendido los libros y simplemente dejaría de ingresar dinero”.

Estudio que respalda la dieta de Longo
La dieta de la longevidad y el ayuno han mostrado beneficios para prevenir y tratar el cáncer, la diabetes, las enfermedades cardiovasculares, el alzheimer y las enfermedades auto-inmunes.

 
Hace unos días, un estudio del Instituto de Longevidad de UCLA, a cargo del doctor Min Wei, encontró que hacer una dieta que imita el ayuno reduce los factores de riesgo de las enfermedades en la población saludable.



De qué se trata la "dieta de la longevidad" que promete vivir hasta los 110 años
Carmen Lopez Caldaf tiene 100 años. Con la dieta se apuesta a que haya muchas más que como Carmen llegan al centenario
El equipo del doctor Min Wei evaluó los efectos de la dieta en distintos factores de riesgo de diabetes, cardiopatías, cáncer y otras enfermedades.

La dieta ProLon es reducida en calorías, azúcares y proteína, pero rica en grasas insaturadas.
 Cuarenta y ocho participantes comieron normalmente durante tres meses y 52 hicieron la dieta especial durante cinco días por mes y comieron normalmente el resto de los meses.
A los tres meses, los grupos intercambiaron la alimentación. Algunos participantes tenían presión alta, colesterol HDL o “bueno” bajo, entre otros factores de riesgo.
En total, 71 participantes finalizaron el estudio publicado en Science Translational Medicine. Los valores del IMC, la presión, la glucosa en sangre y el colesterol mejoraron con la dieta, pero principalmente en aquellos con algún riesgo.
Los efectos adversos fueron leves, como fatiga, debilidad y cefaleas.

Fuentes: El Periódico, El Español, Washington Post y Time

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sábado, 18 de noviembre de 2017

La alimentación basada en productos ecológicos,


ALIMENTOS 
ECOLÓGICOS
más nutritivos, saludables y respetuosos con el medioambiente
La investigación agrícola principalmente se ha concentrado en el estudio del aumento de producción y la reducción de costes en el procesado de los alimentos, por eso no sólo están dejando de cumplir su finalidad de nutrir y por tanto, de generar salud, sino que además, desde cada vez más amplios sectores científicos, se ha empezado a denunciar los alimentos como causantes de las modernas enfermedades degenerativas (obesidad, enfermedades cardiovasculares, cáncer, etc.)
A esta preocupación por la salud se añade la creciente sensibilidad de la opinión pública por las consecuencias negativas de la actividad agraria sobre el medio ambiente, por lo que la producción de alimentos de calidad, mediante técnicas agroecológicas es la alternativa de obtención de alimentos más acorde con un futuro equilibrado.
La exposición humana a los pesticidas es un hecho bien estudiado en los últimos años, existiendo información de los efectos agudos y continuos de estos productos en casos de intoxicación.
También son bien conocidas las consecuencias que tiene sobre el desarrollo y funcionalidad de diferentes órganos y sistemas, que abarca desde las alteraciones neurológicas, reproductivas, endocrinas o inmunológicas, hasta fracasos funcionales y alteraciones importantes del comportamiento.
Son conocidos los trabajos sobre incidencia y mortalidad por cáncer en poblaciones agrícolas, cuyo riesgo es superior al resto de la población en general, para algunas localizaciones tumorales (cerebrales, cáncer de pulmón, ovario y próstata, los sarcomas de partes blandas y algunos tipos específicos de leucemia).
Los abonos desequilibrados y la forma en que éstos se suministran al suelo, como sales solubles y no bajo forma orgánica, modifican profundamente la bioquímica de la planta.
Por tanto, los abonos químicos alteran la composición de los alimentos.
Los fertilizantes nitrogenados, reducen del contenido de materia seca por aumento de la cantidad de agua en el protoplasma celular.
El contenido de agua en los alimentos frescos por el empleo de abonos nitrogenados, puede variar entre el 5 y 30% más que en los alimentos ecológicos, así un aumento del 15%, implica que cada 7 kg de fruta u hortalizas producidas con agricultura convencional contienen 1 L de agua más que los producidos ecológicamente.
También disminuye el contenido de vitamina C.
Además el empleo de fertilizantes de síntesis repercute sobre la calidad del producto durante su conservación, y pueden influir de forma importante en la producción de pérdidas durante el tiempo de almacenaje, debido a que un exceso de nitrógeno produce tejidos blandos con escaso niveles de materia seca.
El abuso de los fertilizantes nitrogenados de síntesis en agricultura convencional puede provocar la presencia de residuos en vegetales y si se acumulan en grandes cantidades pueden tener efectos cancerígenos.
Los fertilizantes potásicos afectan a la composición de las plantas al reducir el contenido de magnesio, por existir un antagonismo con el potasio, y también provocar la disminución de calcio y otros oligoelementos. Los abonos fosfatados reducen el contenido en carotenos (provitamina A).
Otras consecuencias de la utilización de abonos nitrogenados son el aumento del contenido en proteínas en la planta, pero de menor valor biológico, disminución de la cantidad de oligoelementos, menor conservación de los productos, debido al aumento de la cantidad de agua de los mismos, y disminución de la resistencia frente a plagas y enfermedades de los cultivos.
La acumulación de nitratos en el suelo y en los alimentos también es debida a un excesivo abonado con nitrógeno.
En este sentido, las técnicas de producción ecológicas y la asociación de cultivos son favorables para producir hortalizas con baja concentración de nitratos, especialmente en cultivos de invierno y con las condiciones ambientales del litoral mediterráneo.
La alimentación basada en productos ecológicos, mucho más sanos y de menor impacto ambiental, constituye una alternativa a la alimentación convencional, en la que los alimentos sufren una desnaturalización progresiva que hace peligrar la salud de los consumidores, al tiempo que los residuos tóxicos y la erosión física y biológica hacen mella en los ecosistemas empobreciéndolos.
Los métodos de producción ecológica implican importantes restricciones en la utilización de productos químicos de síntesis que dan lugar a la ausencia de residuos de este origen en los alimentos obtenidos.
Las principales prácticas contra los agentes nocivos en agricultura ecológica consisten en mantener y favorecer la presencia de fauna auxiliar y con ello se limitan los riesgos de presencia de residuos de fitosanitarios en los alimentos y la contaminación del entorno.
La producción de alimentos ecológicos, simboliza muchos de los aspectos fundamentales que conducen a los consumidores a decidirse por la comida y el consumo ecológico, como son la preocupación por la presencia de residuos de productos fitosanitarios, el deseo de contribuir y apoyar la existencia de sistemas de agricultura sostenible, o el conocimiento de que los alimentos de producción ecológica pueden contribuir a una mejor comprensión de lo que se come y de qué forma repercute en cuestiones de salud, seguridad, nutrición y potabilidad.
La mayor concentración de minerales en alimentos ecológicos, se pone de manifiesto, por ejemplo, en el contenido en potasio en lechugas romanas ecológicas, donde se ha encontrado aproximadamente un 20% más de este elemento.

También en los contenidos de hierro en la judía-grano, donde las concentraciones en los granos de judía convencionales son de aproximadamente 6 mg por cada 100 g, mientras que los de producción ecológica son de 7.12 mg.

Estos datos ponen de manifiesto que los granos de judía ecológica aportan un 15.7% más de hierro que las convencionales.
Por último indicar también que los resultados más significativos (Raigón, 2007) en diferentes estudios comparativos han demostrado que:
Las concentraciones de nitratos (sustancias tóxicas) en vegetales es mayor en el caso de las verduras procedentes de cultivo convencional, variando en función de la especie, en promedio, 50% más en el caso de col china, 35% para la lechuga, 65% para la acelga y 28% para la espinaca.

  • Las verduras ecológicas han presentado mayor concentración mineral (25% más de potasio en lechugas, 14% más de calcio en tallos de hinojo, 16% más de hierro en judía grano).


    Las cantidades recomendadas diariamente, en una persona adulta de Hierro, Sodio, Potasio y Calcio se pueden conseguir con el consumo de 500 g de acelga ecológica fresca, sin que repercuta en riesgo aparente para la salud, por no superar la ingesta diaria admisible de nitratos.


  • Las mismas cantidades de elementos nutricionales se podrían consumir con la ingesta de aproximadamente 550 g de acelga convencional fresca, aunque con ello la cifra de nitratos consumidos se duplicaría, apareciendo riesgo para la salud.

    El zumo de naranja ecológica contiene un 20% más de vitamina C que el procedente de frutos convencionales.

  • Los frutos cítricos ecológicos son más aromáticos, presentando un 24% más de aceites esenciales.


  • En pimiento ecológico verde se alcanza un 10% más de vitamina C y en rojo un 7% más, frente a los convencionales.


  • Las sustancias antioxidantes están en concentraciones superiores en frutas ecológicas, por ejemplo en fresas (26%), zarzamora (40%), manzana (15%) y pimiento (17%).


  • Las variedades tradicionales de lechuga han concentrado mayores contenidos minerales que las comerciales.


  • Las frutas y verduras ecológicas contienen menor nivel de agua, repercutiendo en mayor materia seca, mayor concentración de los sabores, mejor ajuste en la relación del precio y mayor capacidad de conservación.


  • La col ecológica puede resistir hasta 24 días síntomas de pudrición, frente a los 6 días de la col convencional. Los frutos cítricos ecológicos presentan seis semanas más de conservación en postcosecha que los convencionales.
Puedes encontrar más información en el libro de