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domingo, 22 de abril de 2018

Las Recetas Medicinales Heredadas .

La botica del bosque

Tres vecinas de Sant Mateu revelan las recetas medicinales heredadas de sus madres elaboradas con hierbas silvestres

Tradición. Catalina 'Maymó', Antònia 'Covacamp' y Maria de Can Serra son tres amigas de Sant Mateu que se reúnen para recoger hierbas silvestres y compartir las recetas medicinales que se usaban en su infancia, cuando eran muy pocas las familias que podían costearse la atención médica. Una treintena de personas se convirtieron ayer en unos privilegiados al descubrir parte de su sabiduría popular en uno de los talleres de Ibiza Sabor.
Antònia Torres, de Can Covacamp, recuerda que, hace 70 años, la venta de huevos era la única fuente de ingresos para las mujeres de familias humildes de Sant Mateu, como de la que ella procede. Así, pagar a un médico era un lujo que no estaba al alcance de la mayoría, de manera que las madres tenían que recurrir al campo para aliviar a sus hijos enfermos. «Todos los secretos de las hierbas los aprendimos de ellas, con mucha paciencia y calma», apunta su amiga Catalina Bonet, de Can Maymó, la finca que acoge el taller de hierbas silvestres organizado dentro de las jornadas gastronómicas Ibiza Sabor.
«En casa éramos ocho hermanos y nos criamos sanos y fuertes sin que nos llevaran nunca al médico, nos curaban con hierbas», explica Catalina Maymó a la treintena de participantes en el curso. Incluso se contaba con remedios tradicionales para la varicela: « Sa mamà cortaba remolacha en rodajas, las dejaba a la serena y, a la mañana siguiente, nos las daba a cucharadas», rememora Maria Marí, de Can Serra, la tercera amiga de este grupo de mateueres expertas en hierbas silvestres.

Encías, estómago y garganta


Para la clase práctica, toca partir hacia su particular botica, el bosque. No hace falta alejarse mucho, ya que los viñedos de Can Maymó se encuentran rodeados de pinar. Empieza la lección magistral, para la que basta con fijarse en la vegetación que crece en un claro. «El romero va genial para las encías inflamadas, basta con enjuagarse la boca con una infusión, a la que se le puede añadir mata y hojarasca de pino o enebro». Muy importante: el agua jamás debe llegar a hervir y se retira del fuego justo cuando empieza a burbujear.
Buena parte de los remedios del campo se elaboran con una combinación de ingredientes en la que rige una tradición que también siguen muchas familias a la hora de elaborar el licor de hierbas: siempre hay que usar un número impar.

 Así, la receta de Catalina Maymó «para curarlo todo y desinfectar el estómago o la garganta» es la siguiente: «romero, frígola y herba de Sant Ponç [zamarrilla]. «La herba de Sant Ponç también la usamos para la misa del día del Corpus o para las cases santes», añade Antònia Covacamp. El director de insular de turismo, Vicent Torres, Benet , precisa que las cases santesson las capillas para adoración de la eucaristía que se visitan en las parroquias durante el Jueves Santo.
Benet sorprende por sus conocimientos de las hierbas silvestres y señala que su abuela «también decía siempre que tenían que ser impares». Sin embargo, su procedencia de Sant Carles marca algunas diferencias con las mateueres. Así, en su casa usaban tomillo e hinojo para la restrenyada, el filtro natural que se fijaba en el grifo de la cuba del vino para no salieran las pieles de la uva. «Ah no, la restrenyada aquí se hace sólo con frígola», defienden las mujeres.
Uno de los participantes recoge un tallo de una planta y se sorprende por el hedor. «Es ruda, pero a mí me gusta cómo huele», matiza Antònia Covacamp. «Cuando era joven no me gustaba su olor, pero se ve que a los viejos nos gusta», bromea. La ruda siempre se usa en cantidades muy pequeñas para el licor de hierbas y también lo usaban las comadronas «porque sus vahos ayudaban a dilatar si se presentaban problemas». La ruda también puede ser abortiva y Catalina Maymó había oído hablar que si se tomaba su infusión durante nueve días, se perdía el bebé.
El enebro también crece de manera abundante bajo los pinos y uno de los asistentes pregunta si en Ibiza se elabora ginebra. «Eso es en Menorca», recuerda María de Can Serra, que añade que aquí su tronco se transforma en castanyoles y su vaho calma las heridas en el pie.

Humo curativo


La sabina también esconde propiedades curativas, aunque no debe ingerirse: «Los pescadores no tenían guantes y para calmar las llagas, después de pescar todo el día, quemaban ramas verdes y calmaban sus manos al humo». «Así al día siguiente volvían a tener la piel dura para trabajar».
Aparece Benet con unas muestras de malva e invita a las expertas a detallar sus beneficios. Como antitusígeno, sus ramas deben secarse boca abajo para preparar una infusión. También se preparaba una cataplasma con sus hojas dentro de un trapo, que se reposaba en el pecho al ir a dormir. Otra manera de usarla como calmante en caso de gripes y resfriados era elaborando un ungüento mezclando la planta con grasa.
Muchas de las plantas del bosque servían de alimento, además de sus propiedades medicinales, como el llicsó, diente de león, cuyas hojas sirven para la ensalada –«y es mucho mejor que la rúcula»– o las ortigas, «que tienen mucho hierro y se puede hacer una tortilla con ellas, pero sólo con las hojas».

El chupete 'pagès'


Hay una planta difícil de encontrar hoy en día en el campo por los estragos que causó uno de sus derivados: el cascall (adormidera), del que se obtiene el opio y la heroína. Sus semillas se usaban para ayudar a dormir a los bebés enfermos y «se ponían dentro de un pañuelo y sefuente les ponía en la boca como un chupete». «Ninguno lloraba», apunta Antònia Covacamp fuente

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